¿Cuánta gente lo habla?
En total hay 14.285.723 esperantistas. No, es broma. En realidad no se sabe, pues no hay estadísticas. Las cifras son muy dispares dependiendo de las fuentes consultadas: cien mil según la Gran Enciclopedia Larousse, un millón según el Libro Guinness, dos millones según una encuesta entre los propios esperantistas, etc. En realidad, en una comunidad tan dispersa que lo usa como un segundo idioma es imposible dar cifras exactas. Pero una cosa sí es cierta: más de lo que la gente se piensa.

Para saber más

¿Cuántas personas hablan esperanto?

Una de las preguntas más habituales cuando uno se interesa por el esperanto, y la más obvia en los reportajes periodísticos es: ¿cuántas personas hablan esperanto? Es también la más difícil de contestar y en este breve texto explicaremos por qué.

En primer lugar, hay que recordar que el esperanto casi siempre se aprende como un segundo idioma, es decir, no es un idioma nativo (aunque sobre esto volveremos después) y se habla de forma muy dispersa. Por eso no existen censos de hablantes como los que suelen hacer los gobiernos que recogen datos sobre los hablantes de las lenguas oficiales de sus países y, en ocasiones, también las de los inmigrantes.

Importa más definir el concepto de “hablante” de una lengua aprendida, para lo que se debe tener en cuenta el grado de aprendizaje y de uso. Es algo problemático incluso en las lenguas mayoritarias (por ejemplo, ¿cuántas personas hablan inglés en España?), ya que el criterio puede variar de forma subjetiva y objetiva. En el caso del esperanto aún hay que afinar un poco más.

Hay personas que han aprendido la base del idioma y no han continuado estudiándolo. Hay quien lo ha aprendido y lo ha dejado de utilizar tras perder el contacto con otros hablantes, aunque en un momento dado podría volver a hablarlo sin gran dificultad. Hay quien lo domina lo suficiente, pero apenas lo utiliza de forma activa. Hay quien simpatiza con la idea, incluso de forma entusiasta, pero nunca ha llegado a aprenderlo. Por todas estas razones, y de acuerdo con el criterio utilizado, las cifras que pueden leerse varían notablemente, dando la impresión de que se basan más en estimaciones que en sondeos rigurosos. En este texto intentaremos explicar los principales estudios existentes y justificaremos por qué la horquilla más habitual (de cien mil a dos millones de hablantes) tiene cierto sentido.

Hay que insistir sobre todo en ese criterio básico de grado de uso y conocimiento, así como sobre la subjetividad implícita. Hay personas que se consideran hablantes de esperanto, aunque su nivel sea muy bajo o lo usen poco y, en contrapartida, hay quienes no se atreverían a considerarse esperantistas, a pesar de que en caso necesario podrían hacerse entender en esta lengua.

Es más, puede incluso hacerse una diferencia entre esperantista (es decir, la persona que está de acuerdo con la idea del esperanto) y hablante de esperanto. En otras lenguas ambos conceptos incluso usan palabras diferentes (tipo esperantista y esperantófono), aunque en castellano no suele hacerse esta distinción. En este texto emplearemos la palabra esperantista en el sentido de hablante de la lengua internacional.

El principal intento sistemático de hacer un censo de esperantistas y elaborar una estadística exhaustiva data del año 1926 y corrió a cargo del esperantista alemán Johannes Dietterle, que llegó a la siguiente conclusión: “Existen en total 126.576 esperantistas de los que tengamos conocimiento fiable en más de cien países y en más de siete mil localidades, de los cuales 41.751 están organizados en 1776 grupos, 16.987 viven en lugares donde no hay grupos y 67.838 no pertenecen a grupos, pero viven en lugares donde hay grupos”. Desde entonces no se ha vuelto a realizar un censo con una ambición similar y solo disponemos de estimaciones.

La cifra más elevada con la que solemos toparnos es la de dos millones de hablantes. Procede de un estudio realizado por el profesor Sidney S. Culbert, de la Universidad de Washington, durante los años 60 del siglo pasado, en el que investigó de forma sistemática el número de personas que se podrían comunicar en esperanto, aunque fuera de forma básica, y luego lo comprobó in situ en un área de Francia. En una comunicación de 1967 al The World Almanac of Facts daba la cifra, extrapolando y redondeando, de dos millones, incluyendo a personas que no usaban la lengua de forma habitual. Aún hoy se considera que esa cifra es superior al número de hablantes reales, pero suficientemente verosímil si se incluye también a los hablantes con un nivel mínimo y a las personas que lo aprendieron en su momento, pero ya no lo utilizan normalmente.

Para estimar cifras de hablantes activos, hay que recurrir a otros métodos. Por ejemplo, deducciones a partir de algunos censos existentes (a menudo incompletos), miembros de asociaciones esperantistas, usuarios de servicios en esperanto, compradores de libros, asistentes a cursos y congresos, visitantes de páginas web o redes sociales, etc.

Se ha utilizado en ocasiones el criterio del número de miembros de las asociaciones esperantistas, que es útil en parte para establecer valores relativos, por ejemplo, entre diferentes países y regiones, pero que apenas sirve para obtener datos absolutos. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los hablantes no llegan a afiliarse a una asociación o a frecuentar los círculos más organizados. Es más, este fenómeno cada vez es más habitual, porque las redes permiten aprender el idioma y contactar con otros hablantes sin tener que pasar por clubes o asociaciones, como era habitual hasta no hace mucho. A su vez, este tipo de contacto tiende a ser esporádico y poco sistemático, lo que puede conllevar una pérdida del uso de la lengua.

A título de ejemplo, echemos un vistazo a la Asociación Universal de Esperanto, la mayor del mundo, considerada habitualmente como el representante oficioso del movimiento esperantista. Tiene una organización mixta que agrupa a unos 4.500 miembros individuales de unos 120 países y a asociaciones nacionales, que en total pueden añadir unos diez mil miembros más. La Federación Española de Esperanto, que presenta una organización mixta similar, tiene unos doscientos miembros individuales y unas 15 asociaciones que a su vez agrupan a otros doscientos miembros aproximadamente. Sin embargo, es evidente que el número de hablantes de esperanto en España es al menos un orden de magnitud superior a esa cifra de alrededor de 400 personas.

Algunos censos nacionales preguntan por las lenguas hablantes por los habitantes del país, e incluyen el esperanto o permiten mencionarlo a criterio de la persona que responde. Es el caso de los censos de Lituania o Hungría. A partir de ese número se podrían hacer extrapolaciones, teniendo en cuenta la densidad de hablantes en otros países, comparando por ejemplo con miembros de asociaciones internacionales Un estudio que emplea ese criterio fue realizado por el esperantista alemán Lu Wunsch-Rolshoven. La cifra obtenida era de entre 80 000 y 150 000 en la Unión Europea y entre 160 000 hasta 300 000 a nivel mundial. Podría decirse que se trata del número de personas que mencionarían que hablan esperanto si fueran preguntados por sus conocimientos de lenguas extranjeras en un censo de población.

Una estimación más restringida, con un método similar, llevó a cabo el estudiante danés Svend Vendelbo Nielsen, en el año 2017. Teniendo en cuenta los censos conocidos en Lituania, Estonia, Hungría, Nueva Zelanda y Rusia, y comparando con el origen de miembros de asociaciones o de usuarios de webs (como la web de aprendizaje Lernu.net), llegó a un dato de alrededor de 60 000 hablantes, con un máximo de 180 000 si se toman intervalos de confianza. Se debe insistir en que se trata de aquellas personas que responderían que hablan esperanto en las preguntas de un censo de población, por lo que probablemente no tendría en cuenta ciertas categorías de hablantes.

Otra forma de calcular hablantes es tomar usuarios de servicios, por ejemplo redes sociales, y extrapolar a partir de ellas. Es, por ejemplo, el procedimiento que utilizó el profesor israelí Amri Wandel, que construyó un modelo a partir de las personas que declaraban ser hablantes de esperanto en la red social Facebook. La cifra resultante era de dos millones de personas, aunque se considera en general que se trata de un cálculo con grandes incertidumbres.

En general, esas estimaciones, basadas por ejemplo en el número de asistentes a cursos, compradores de libros en esperanto, usuarios de webs (especialmente los registrados en webs de aprendizaje, como Lernu.net o Duolingo), etc. suelen dar valores de unos pocos cientos de miles, aunque su grado de fiabilidad de nuevo es muy reducido.

Por todas estas razones, el intento de obtener datos exactos es fútil, y debemos conformarnos con órdenes de magnitud. En este sentido, un buen resumen es la estimación que presentó en 1996 el lingüista finlandés Jouko Lindstedt, que la mayoría de esperantistas encuentra bastante realista:

  • Mil personas tienen el esperanto como idioma nativo
  • Diez mil hablan esperanto de forma fluida
  • Cien mil personas son capaces de usar el esperanto de forma activa
  • Un millón de personas son capaces de entender el esperanto de forma pasiva
  • Diez millones de personas alguna vez estudiaron algo de esperanto

Las cifras deben estimarse como orden de magnitud, no como dato real: es decir, se puede decir seguro que varios centenares de hablantes son nativos y se puede estar seguro de que no lo son muchos miles. Y así sucesivamente.

Por cierto, quizás a alguno de los lectores le puede resultar sorprendente saber que hay hablantes nativos de esperanto. Sí, sí que los hay, y para conocer ese interesante fenómeno, puede leerse este artículo: http://www.delbarrio.eu/2008/03/hablar-esperanto-como-un-nativo.htm

Para saber más (artículos en la Wikipedia en esperanto):

¿Cuándo se “inventó”?
El primer manual para aprender esperanto lo publicó Lázaro Zamenhof en 1887 en Bialystok, ciudad hoy polaca y entonces perteneciente al imperio de los zares. El autor, judío rusohablante, oculista de profesión, tenía en ese momento 27 años.

¿Cuánto tiempo se tarda en aprender esperanto?
De dos a tres años para “dominarlo”, aunque personas con buena disposición para aprender lenguas pueden reducir el tiempo de estudio a seis meses/un año. Depende de la facilidad para las lenguas y sobre todo de la dedicación.

¿Por qué se suele estudiar esperanto?
¿Qué mueve a aprender esperanto más allá de una vaga simpatía a la idea implícita en una lengua auxiliar neutral? Según algunas encuestas, se suele aprender esperanto porque contribuye a la comprensión y la paz entre los pueblos, facilita contactos internacionales y es una lengua fácil, pero la motivación puede ser muy diversa, y no siempre ideológica.

¿Tiene futuro?
Sin duda, aunque lo que realmente cuenta es si tiene presente (léase la siguiente pregunta).

¿Para qué sirve?
Principalmente, para “perder el tiempo” o para aprovecharlo de otro modo con personas de países y culturas diferentes, evitando la discriminación lingüística. En otras palabras, para viajar, para leer o escribir (literatura traducida así como original, tanto poesía como prosa), para navegar por la red (que parece haber sido creada ex profeso para los esperantistas), para hacer amistades de otro tipo…

¿Hay tacos en esperanto?
Claro que sí.

¿Es artificial o es natural?
Es, como todas las lenguas, una creación cultural, y en ese sentido también es artificial (las palabras no caen de los árboles ni surgen por generación espontánea). La diferencia estriba en su regularidad y facilidad, debidas a su origen conscientemente encauzado. Entre los idiomas nacionales encontramos diversos grados de planificación, desde el ortográfico (coreano, castellano, turco) hasta operaciones de fijación de la lengua estándar (finés, euskera, hebreo moderno). Es una lengua natural desde cualquier otro punto de vista lingüístico, literario o sociológico.

¿Es una lengua europea?
Aparentemente, en su vocabulario, sí lo es. La mayoría de sus palabras son comunes a varias lenguas europeas así como, por motivos históricos, a otras no europeas: pan se dice pan en japonés y pano en esperanto (pero reno se dice boaco [boátso], directamente del lapón). Una lengua cuyo vocabulario hubiera sido seleccionado de todos los idiomas existentes, por medio de cuotas, sería inviable: al quechua le corresponderían tal vez cinco palabras, al gallego otras cinco, etc. (¿pero cuáles?). Por otra parte, el origen del vocabulario del esperanto se remonta no a 1887, sino al de sus fuentes etimológicas. Sin embargo su gramática, regular y no muy complicada, se asemeja en algunos aspectos a la de ciertas lenguas asiáticas, como el chino.