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En 2007, la Asociación Universal de Esperanto fue candidata al premio Nobel de la Paz.

La candidatura fue promovida por dos parlamentarias suizas, Gisèle Ory y Francine John-Calame, quienes argumentaron que “el esperanto posibilita establecer contactos democráticos porque los interlocutores están al mismo nivel, ya que el esperanto no tiene vínculos políticos o históricos con ningún Estado”.

En la novela inconclusa de Julio Verne, Voyage d’études (1903), el esperanto tenía un papel importante.

En el primer manuscrito, el autor describía una colonización ideal y armónica del Congo francés, donde el esperanto facilitaba la civilización y el comercio. Sin embargo, al conocer las noticias sobre la cruel explotación del Congo por parte del rey Leopoldo II de Bélgica, decidió cambiar su planteamiento. Verne fue un firme partidario del esperanto y llegó a ser presidente honorario del club esperantista de Amiens.

William Auld ha sido candidato en varias ocasiones (1999, 2004 y 2006) al premio Nobel de Literatura por su obra en esperanto.

Entre los libros originales de Auld destaca especialmente La infana raso (La raza infantil), largo ciclo poético, que ha sido traducido y editado también en inglés, holandés, portugués y húngaro.

Han existido más de novecientos proyectos de lenguas planificadas a lo largo de la historia.

Más de seiscientos de estos proyectos son posteriores al esperanto que, además, acapara el 95% de la literatura existente en lenguas planificadas. El otro 5% se lo reparten las demás (volapuk, ido, occidental, interlingua, etc.).

El símbolo del movimiento esperantista es una estrella verde de cinco puntas.

Las cinco puntas significan los cinco continentes. El color verde se eligió como color de la esperanza (esperanto = esperanzado).

El término ‘Mirinda’ en esperanto significa  digno de admiración, ‘maravilloso/a’.

Este nombre fue cuidadosamente elegido para posicionarse como una alternativa llamativa con la que competir directamente con otra icónica y popular bebida refrescante en el mercado.

En todo el mundo hay cerca de 1.300 calles y monumentos dedicados al esperanto.

Repartidos en 58 países de los cinco continentes, destacan lugares como la Glorieta del Esperanto de Teruel, inaugurada en julio de 2017.